Una historia de Brooklyn (The squid and the whale)


La historia comienza en los años 80 con el divorcio de los Berkman, el padre profesor de universidad y escritor en declive y la madre escritora en ascenso. Ambos dicen querer la custodia compartida para pasar más tiempo con sus hijos. Sin embargo, en la práctica son muy torpes al tratar con ellos. El padre Bernard, habla con su familia igual que podría hablar en la sala de profesores. Pontifica sobre temas literarios y culturales, los hijos son meros receptores y la auténtica comunicación brilla por su ausencia. Además su carácter egocéntrico y competitivo le hace agresivo e incapaz de autocrítica. La madre ha tenido aventuras con otros hombres durante los últimos cuatro años, pero la ruptura sólo ha llegado cuando ha empezado a tener éxito como escritora. En dos escenas diferentes habla con cada uno de sus hijos sin dejar de mirarse al espejo, esta completamente abstraida por su carrera y su nueva relación, aunque les quiere apenás tiene tiempo para ellos. La película se centra en el efecto del divorcio sobre los hijos. Walt de 16 años se pondra del lado de su padre, mientras que Frank de 12 apoyará a su madre.
A pesar de que las infidelidades de Joan son la causa de la ruptura, el carácter pomposo de Bernard hace que tampoco se pueda sentir simpatia por él y culpar a Joan. Las culpas por el contrario parecen bastante repartidas porque los dos son seres humanos llenos de defectos y sin querer dañan a sus hijos. Lo que en principio parece un divorcio civilizado es ensombrecido por los intentos de manipulación de Joan y Bernard, especialmente de este último. Joan aparece durante toda la película lejana y demasiado triunfante como para ser rencorosa. Cerca ya del final de la película también ella dará rienda suelta a lo peor de sí misma.
Es una película parcialmente autobiográfica basada en el divorcio de los padres del director Noah Baumbach. Se han encontrado conexiones con “El guardián entre el centeno” (“The Catcher in the Rye”) de Salinger. Aparte de que Walt es un confuso joven igual que Holden Caulfield, la única similitud que les encuentro es su fascinación por el Museo de Historia Natural. Holden tenía la irritante costumbre de llamar practicamente a cualquiera que se cruzará en su camino farsante. Si hubiera conocido a Walt le hubiera nombrado farsante de la decada y por una vez tendría toda la razón. Walt repite como un loro los juicios literarios de su padre sin se molestarse en juzgar por sí mismo los libros de los que habla. Sólo quiere causar una buena impresión y crearse un aura de intelectual. Walt permanecerá ciego ante las evidentes flaquezas de su padre hasta prácticamente el final de la película. A mí me recuerda más a “The Ice Storm” de Ang Lee, en la que la moda “swinger” llega a la clase media americana y los padres buscan nuevas experiencias mientras sus hijos viven desorientados los cambios de la adolescencia.
Esta película me ha parecido interesante desde el punto de vista sociológico. He encontrado una entrevista en inglés que hace el escritor Jonathan Lethem al director Noah Baumbach.

http://www.bombsite.com/issues/93/articles/2763

NB Es divertido, escucho a gente referirse a la custodia compartida como un experimento fallido de los años 80. La primera vez que lo escuche yo pense, ¿De verdad? Aquello era simplemente la vida entonces.
JL (risa) Los métodos de nuestros padres han sido firmemente rechazados por la siguientes generaciones de padres bienpensantes. Pero no estoy convencido de que algo hermoso incluso no fuera alcanzado por toda aquella experimentación, sinceridad y desorden.
NB Siento lo mismo. Veo a amigos con sus niños y estoy impresionado por lo cariñosos que son como padres y como parecen tener el mejor interés de sus hijos en mente. La gente se ha referido a situaciones de la película como terribles. Y yo siento que no lo sé. No es tan malo.
JL No juzgas, por ejemplo, los intentos de los padres por ser honestos con los niños sobre lo que están pasando, la honestidad incluso a el nivel del absurdo y la incomodidad. Obviamente, a los 15 años no quieres oir mucho sobre las citas de tu madre. Pero ese impulso —el que es mejor tratar a los niños como iguales y ser auténtico con ellos— me formo, y lo atesoro. No es para ser burlarse o avergonzarse de ello completamente.
NB Estoy de acuerdo.

Esto hace pensar que después de todo, al menos en algunos casos como el de Baumbach esa infancia caótica no tiene porque dar resultados desastrosos.