Hace algún tiempo surgió este palabro que he de reconocer que a mi no me gusta. Me encanta el concepto, pero no la palabra en si.
El valor de uno en el mercado es función de lo que ha estado haciendo en los últimos años. No importan las notas que tuviste en la carrera, o si has hecho un máster fantástico. Tu valor depende de lo que haces, y lo que eres capaz de aportar en tu empresa o en otra nueva.
Si no generas más de lo que le cuestas a la empresa, es cuestión de cronómetro.
Es nuestra obligación estar al día en lo que hacemos (no exclusivamente de la empresa). De eso depende tu empleabilidad. Tienes que procurar ser el mejor en lo tuyo, y de forma continuada.
Alguien que ha hecho una carrera, pero no se ha preocupado en actualizarse, tiene el mismo valor que una persona que termina la carrera con 22 años. Pero además, es más viejo, tiene vicios, y es más caro para la empresa.
Me sorprende mucho encontrarme con Directivos que no leen sobre lo suyo, no acuden a charlas o jornadas relacionadas con lo que hacen, no se forman en gestionar equipos,...
Parece que están esperando a que llegue el chaval de 22 años, con hambre, energía y ganas para llevárselo por delante. Luego te sueltan; es que la experiencia es importante. De acuerdo, es importante, pero depende en qué!!! En temas de la prehistoria empresarial no es importante. Hoy tu entorno ha evolucionado. ¿Lo has visto?
La experiencia es cuestión de tiempo. Y, aquí entra en juego la actitud. Por que si tu actitud es la de no evolucionar, quizás a la empresa le compense contratar al de 22 años, y esperar a que adquiera experiencia (evolucione).
Hace un par de años leí un libro que hablaba de la búsqueda de empleo (entre otras muchas cosas). Decía que cambiar de empleo no se trata de enviar miles de curriculums a miles de empresas. Cambiar de empleo es cuestión de lo que has estado haciendo en tu trabajo cuando no estabas buscando trabajo. Es decir, cómo has trabajado tu empleabilidad (interesante reflexión).