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Leyendo








En Una habitación con vistas Cecil lee un libro ficticio supuestamente escrito por otro de los personajes.
Shoshana en Malditos bastardos lee El Santo en Nueva York de Leslie Charteris
Chris Wilton lee Crimen y castigo alternándolo con The Cambridge Companion to Dostoievski
En Les chansons d'amour de Christophe Honoré Ismael ojea Franny y Zooey.
Siguiendo con J.D. Salinger en El resplandor Wendy lee El guardián entre el centeno.
En Cuando Harry encontró a Sally, Harry lee Misery de Stephen King

Piedras de Florencia






El pueblo tenía la creencia, incluso en el presente siglo, de que en las estatuas había espíritus encerrados. La estatua de Neptuno obra de Ammannati, que está en la fontana de la Piazza Della Signoria, es conocida como “Il Biancone”, el “gran hombre blanco”, entre la gente pobre, que solía decir que era el poderoso dios del río Arno convertido en estatua por haber despreciado, como Miguel Ángel, el amor de las mujeres. Cuando a medianoche la luna llena cae sobre él, según se cuenta, cobra vida y se pasea por la Piazza conversando con las otras estatuas. El David de Miguel Ángel, antes de convertirse en estatua, era habitualmente conocido como “El gigante”. Era un gran bloque de mármol de unos cinco metros y medio de altura que Agostino di Duccio había echado a perder; singularizado por la fantasía popular, permaneció durante cuarenta años en los talleres de la catedral, hasta que Miguel Ángel convirtió al gigante en el Matador de gigantes, es decir, en una imagen patriótica del pequeño país que derrota a sus adversarios, más grandes que él. Se decía que habían sido los gigantes los constructores del gran muro de piedra etrusco de Fiesole, y en Florencia se contaban muchas historias de hermosas doncellas que habían sido convertidas en estatuas de blanco y puro mármol.

La Piazza Della Signoria evoca el mundo antiguo, más que ninguna otra plaza de Italia, no sólo por las colosales estatuas divinizadas, el David, el Neptuno (del que dijo Miguel Ángel, “Ammannato, Ammannato, che bel marmo hai rovinato”, aludiendo al estropicio perpetrado en el mármol por el inepto escultor) y el horrible Hércules y Caco, sino también por la sobria Loggia dei Lanzi, con sus tres amplios y elegantes arcos y sus apretados grupos escultóricos de bronce y mármol. Algunos de ellos son de las antiguas Grecia y Roma; otros son renacentistas; otros pertenecen al período manierista, y hay uno del siglo XIX. Y sin embargo no hay falta de armonía entre ellos; parecen todos de una pieza, una experiencia continua, una moneda periódicamente acuñada de nuevo. Evocan un mundo sanguinario. Casi todos los grupos están luchando. El Perseo de bronce de Cellini, cubierto con un casco, aparece sosteniendo en alto la cabeza chorreante de Medusa, mientras yace a sus pies su cuerpo repugnante; Hércules, obra de Giambologa, está luchando con Neso, el centauro ; Áyax hecho a imitación de un original griego del siglo IV d. C. sostiene el cadáver de Patroclo. Está también el Rapto de las Sabinas, de Giambologna; el Rapto de Polixena, de Pio Fedi (1886), y Germania conquistada, una estatua de mujer romana, una de la larga hilera de figuras de matronas romanas que ocupa la pared posterior, como un coro de plañideras. Dos leones –uno griego, el otro una copia del siglo XVI- flanquean esos grupos escultóricos, que están retorciéndose, enroscándose, hiriéndose, cayendo y expirando sobre sus imponentes pedestales. A poca distancia, en la entrada del Palazzo Vecchio, Judith, de Donatello, exhibe la cabeza de Holofornes y en el patio Sansón forcejea con un filisteo. Abajo en la plaza Cosimo I monta un caballo de bronce.
Esta plaza, dominada por el Palazzo Vecchio, la antigua sede del gobierno, posee una belleza austera y viril, que la tosquedad de alguno de los grandes grupos de mármol no menoscaba. La cruel torre del Palazzo Vecchio punza el cielo como una aguja hipodérmica de piedra; en las estatuas de abajo, las pasiones están representadas en situaciones extremas, como si la disputa y la discordia no pudieran llevarse más lejos. En cualquier otra plaza de cualquier otra ciudad, la alineación de escenas sanguinarias de la Loggia dei Lanzi (llamada así por los lanceros suizos de Cosimo I, que montaban guardia allí para espantar a los ciudadanos) crearía un efecto de terribilitá o de voluptuoso horror, pero el espíritu clásico florentino las ha puesto en fila bajo un porche de arcos refinados y perfectos (1376-1381), que parecen poner un techo o un límite a la aflicción.

Piedras de Florencia, Mary McCarthy



Foto de la Loggia dei Lanzi y capturas de Una habitación con vistas y Hannibal.

Ivory en París (II)

Además de “La hija de un soldado nunca llora” Ivory también dirigió otra película situada en París,“Le Divorce” basada en “Divorcio a la francesa” de Diane Johnson. Las protagonistas, dos hermanas americanas son atraídas y repelidas al mismo tiempo por el estilo de vida francés. Atraídas por el refinamiento de la vida cotidiana en materia de comida, ropa y cultura a la vez que repelidas por lo que perciben como cinismo y distanciamiento francés.
La novela se presta más que la película a analizar los malentendidos culturales como los apartamentos algo destartalados en los que se aprecia la patina del tiempo que puede ser interpretadas por los americanos acostumbrados a casas grandes y modernas como indicativo de falta de recursos.
Una cita de la novela:

—Admiro a los franceses por su alegre codicia, por su respeto a las creaciones de la mano del hombre —dijo Ames Everett, que había venido a tomar el té.
—Sí, los franceses aman las cosas más por su belleza o su simbolismo que por su valor —convino Roxy.
—En tanto que los americanos fingen desdén por los objetos materiales, como si no fuera todo un placer coleccionar o poseer —dijo Ames Everett—. Sin embargo, son grandes consumidores. Los franceses son materialistas sin ser consumidores. Eso lo respeto.


Las limitaciones y también el interés de esta película proceden de la novela. Ivory introduce mejoras como darle más entidad a Yves, un personaje que no acaba de cuajar en la novela y que en la película interpreta Romain Duris. También tiene aciertos como el trasladar a la pantalla las diferentes formas de llamar a un pañuelo (chal, écharpe, foulard…) y llevarlo de las mujeres francesas.
Las protagonistas principales son Naomi Watts y Kate Hudson. Muchos de los personajes secundarios son actores conocidos como Leslie Caron, Glenn Close, Stockard Channing y Stephen Fry. También aparecen otros actores más conocidos del público francés como el actor rohmeriano Melvil Poupaud (Cuento de verano) o Thierry Lhermitte, muy adecuado en su papel de maduro hombre de mundo. Lo mejor el intento de retratar el contraste cultural entre las sociedades francesa y americana. Lo más flojo el final, que crea un anti-clímax por su inesperado dramatismo.

Ivory en París (I)


James Ivory es un amante de París y ha situado allí varias de sus películas como “La hija de un soldado nunca llora” y “Le Divorce”. Estas películas aunque por lo general no están muy bien consideradas por la crítica me parecen muy interesantes, especialmente “La hija de un soldado nunca llora” protagonizada por Kris Kristofferson y Leelee Sobieski.
Basada en la novela semi-autobiográfica del mismo título escrita por Kaylie Jones hija de James Jones (autor de la trilogía sobre la Segunda Guerra Mundial que incluye: “De aquí a la eternidad”, “La delgada línea roja” y “Whistle”). Este hecho basto para que me interesara por la película porque “De aquí a la eternidad” es una de mis películas clásicas favoritas.
La película no gira en torno a una trama, sino que se divide en historias independientes que tienen lugar durante la evolución de la niñez a la adolescencia de Channe Willis (Kaylie Jones). Las primeras dos partes se desarrollan en Paris en los años 60-70 y la última en EEUU en los años 70.
La primera parte “Billy” me recordó a la novela "Pájaros de América” de Mary McCarthy porque esta fue amiga de James Jones. Además se muestra la comunidad americana liberal de París de la que también se habla en “Pájaros de América”. Los Willis hacen fiestas con partidas de póquer con otros americanos, pero no parecen mezclarse mucho con la población local. Los padres de Channe hablan un francés no muy bueno a pesar de que estos llevan años viviendo allí. Esta parte se centra en la adopción de Billy, hijo de una madre soltera adolescente, (Virginie Ledoyen que hace una breve aparición). Channe se resiente por la llegada del nuevo hermano que a su vez desconfía (posiblemente por experiencias pasadas) y no cree que se va a quedar con la familia para siempre. Otros pequeños sucesos cobran su importancia al ser contemplados desde la mirada infantil.
En la segunda parte “Francis” se desarrolla la amistad de Channe con Francis Fortescue, un singular personaje algo marginado por su afeminamiento. Francis canta opera, es aficionado a las marionetas y dice de su madre (Jane Birkin), que es existencialista. A destacar la representación de la opera “Salome” con estética de los 70. Channe le aprecia mucho, pero al entrar en la adolescencia se siente a veces avergonzada porque quiere ser aceptada y acudir a fiestas a las que el no es invitado.
La tercera y última parte “Daddy” es sobre la relación más importante para Channe, la que tiene con su padre. Los Willis vuelven a Estados Unidos debido al estado de salud de Bill Willis. Billy y Channe tienen dificultades para adaptarse a su nuevo ambiente, a esto se suma la grave enfermedad del padre. Kaylie Jones dijo que se había dulcificado a sus padres en la película al soslayarse el mal genio de él y la excesiva afición al alcohol de los dos. A pesar de ello, creo que la imagen que me queda de James Jones es positiva. Su relación con sus hijos es abierta y liberal y parece que fue un hombre bastante honesto y decente