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Las horas del verano 2





Helene Berthier ha consagrado su vida a preservar el legado de su tío, conocido pintor y coleccionista además de pintura, mobiliario y objetos art deco. Entre estos objetos destacan dos cuadros de Corot, pantallas pintadas por Odilon Redon y varios muebles que se conservan en su casa de campo. Dos de los hijos de Helene viven en el extranjero y Helene prevé que tras su muerte todos estos objetos serán vendidos y se dispersaran. Frédéric, el único que vive en Francia rechaza esta idea y piensa que cuando su madre desaparezca la casa de campo se mantendrá como siempre para que sus hijos la hereden. El tiempo le dará la razón a Helene, cuando ella muere los hermanos de Frédéric, Adrienne y Jérémie no piensan volver a pasar tiempo en la casa y prefieren disponer de dinero. Éste es el momento en el que podría figurar una lucha enconada por la herencia. La película sin embargo no va por esos derroteros, prevalece la buena voluntad y Frédéric aunque triste se resigna a la venta.
La primera vez que vi Las horas del verano me chocó un poco por su estilo casi documental, y eso que debería estar acostumbrada este tipo de películas. La segunda vez pude apreciarla mejor. La idea original del proyecto fue una propuesta del Musée d'Orsay y está parcialmente financiada por el museo. En otras circunstancias creo que al ver la película hubiera sentido más tristeza ante la venta de la casa y la dispersión de la herencia, pero no ha sido así. Lo que me permitió mantener una mirada distanciada es que no me gustó la casa, me pareció sombría. Corot no es de mis pintores favoritos y lo que se ve de los cuadros no me impresionó. Por otra parte, el modernismo me puede gustar en ilustraciones y fachadas, pero en mobiliario y objetos decorativos no me vuelve loca. Me parece más sensato lo que hace Adrienne, quedarse con lo que realmente le gusta o tiene valor sentimental y elegir lo que le rodea con tu propio gusto. Juliette Binoche interpreta a Adrienne que se dedica al diseño, aunque como su madre acertadamente señala no tiene gran aprecio por los objetos antiguos y prefiere todo lo moderno. Su aspecto refleja esas preferencias; vestida con chaquetas deportivas y teñida de rubia parece vulgar si se la compara con la elegante Edith Scob que interpreta a Helene.
La estética pese a la temática relacionada con el arte no es el fuerte de la película. Se parece superficialmente a las películas de Chabrol centradas en una casa donde se reúne una familia burguesa que esconde viejos secretos. Algún secreto sale a relucir, pero sin que ello tenga mayor trascendencia en el contexto de la película. La reunión de la familia para comer en el jardín recuerda las escenas pintadas por los impresionistas.
Los objetos y su relación con las personas son la pieza central de Las horas del verano. Se sigue el curso de las vidas de los objetos desde que son parte viva de una casa hasta que acaban en un museo. Se reflexiona sobre si los objetos en este contexto son prisioneros o si es mejor que se exhiban para que todo el mundo pueda disfrutar de ellos.

Las horas del verano



Hélène: ¿Cómo decías que se llaman?
Jérémie: Puma. Zapatillas Puma
Hélène; ¿Y por qué las fabrican en China?
Jérémie: Es más barato. Tenemos cinco fábricas por todo el país. Yo llevo la supervisión técnica. Estoy siempre en los aeropuertos porque Air China nunca es muy puntual, pero… es apasionante. Es el futuro.
Adrienne: ¿El futuro es fabricar zapatillas a bajo costo en un país con mano de obra barata? No es nada nuevo. Y no es un motivo de orgullo, perdona.
Jérémie: Puedes pensar lo que quieras, pero el crecimiento mundial está ahí. Y tú también te aprovechas.
Adrienne: Converse
Jérémie: Es igual. Y las Converse ni son zapatos. Pregúntale a Frédéric, él es el economista de la familia.
Adrienne: ¿Y bien?
Frédéric: Los que más se aprovechan son EEUU.
Las horas del verano, Olivier Assayas