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Leer en el metro












Empezando por arriba:
1 La tormenta de hielo, Rick Moody
2 Juego de tronos, George R. R. Martin.
3 Historia de dos ciudades, Charles Dickens.
4 Mary Poppins, Pamela Travers.
5 No me acuerdo, pero parece que le está gustando.
6 Wise Blood, Flannery O´Connor
7 La Iliada, Homero
8 La genealogía de la moral, Friedrich Nietzsche
9 Mi familia y otros animales, Gerald Durrell del resto no me acuerdo
10 Lo que lee la niña se ve y la chica que está a su lado lee Lolita de Nobokov. 

 
He descubierto una página en la que aparece gente leyendo en el metro de Nueva York de la que he sacado las fotos.


Me ha llamado la atención porque voy bastante en metro y también me gusta leer de vez en cuando. Aunque yo rara vez leo en el metro, como mucho si me acabo de comprar un libro y tiene fotos las miro. Una vez me puse a leer en el autobús y se me paso la parada. Estoy acostumbrada a darle a la lectura su propio protagonismo, su espacio y su tiempo.
Me gustan las fotos por el color local que da la ropa, peinados etc. Me sorprende ver a gente leyendo a la vez que escucha música con los cascos. ¿Se podrán concentrar?
Lo más interesante me parece que es ver lo que leen. En Madrid la gente suele leer los periódicos gratuitos y novelas de moda (a menudo de templarios), aunque a veces sorprenden. Al parecer la gente que lee en el metro de Nueva York tiene un gusto bastante ecléctico y leen ensayo además de novelas de género muy variado.

Caníbales y misioneros (Mary McCarthy)




Había escuchado hablar holandés.
Detrás de Aileen había un joven con el pelo rubio casi blanco y una mujer. Dirigió su atención hacia ellos. “¡Holandés! susurro. Aileen se volvió. “¿Y qué pasa por eso??” Van Bliet se restregó los ojos con la mano. Ningún extranjero lo entendería. Siempre le chocaba como algo curioso, casi asombroso, encontrar holandeses fuera de Holanda, donde debidamente pertenecían –como si fueran gentes de juguete salidas de una diminuta caja transparente donde vivían con su Reina y sus princesas y el Príncipe Bernard y Klaus y los tulipanes. En un poema había intentado expresar la idea de Holanda como un país imaginario, inventado por un escritor de viajes o un autor satírico convertido en narrador de cuentos para niños, en el que él mismo, pobre Henk, estaba condenado a haber nacido y a sentarse en un modelo a escala de Parlamento y a escribir desesperados versos que nadie sino otro holandés podría pronunciar o entender. Ser holandés era un cómico predicamento, más grotesco incluso que ser suizo. Ellos tenían relojes de pulsera y de cuco y queso con absurdos agujeros, en lugar de diques y molinos de viento y estrafalarios canales, pero al menos ellos tenían los Alpes como marca registrada en lugar de un país plano como el cuadro medieval del mundo, que no tenía ya credibilidad científica desde Colón y los navegantes.
Ninguna mente racional en este siglo podría creer en Holanda como un lugar real y encontrar holandeses fuera -en el mundo real- era una amenaza para la salud mental de cualquier holandés. Además, según fundamentos prácticos y también ontológicos, a Van Vliet no le importaba ser seleccionado como una pajita de un montón por desconocidos compatriotas de ojos perspicaces que tenían la ventaja de conocerle. “¡Van Vliet de Jonge! ¿Lo has visto?” la pareja detrás de él estarían diciéndose el uno al otro. En un pequeño país como Holanda, donde los principales salientes eran las antenas de televisión, era demasiado fácil ser una celebridad. Como líder de un nuevo partido a la izquierda del centro, era inevitable en la mayoría de las salas de estar, incluida la suya propia. Tras las famosas ventanas de cristal sin cortinas, cuando conducía hacía su casa en la oscuridad de la noche, se encontraba a sí mismo en serie en color Philips brillante, un gesticulante marioneta domestica, enmarcada en la caja.
En persona, no podía parar en una tienda de licores a por un vaso de genever (1) o comer un arenque de un puesto callejero sin causar una ligera agitación de reconocimiento. En la extendida familia de los Países Bajos, con su larga memoria característica, era lo único que se podía esperar; antes de haber sido diputado, había sido el descendiente de su padre y de su abuelo.
Pero fuera no era nadie, cosa que también era de esperar. Pocos años antes, una compañía holandesa había hecho una encuesta en Francia y Gran Bretaña y encontrado para su sorpresa que la vasta mayoría de los lectores de periódicos no podía identificar al Primer Ministro de Holanda (…) Cuestionados sobre otras figuras, la gente de más edad recordaba a la Reina Guillermina (…). Ser alguien y nadie era una ironía típicamente holandesa, en la que Van Vliet se deleitaba en el extranjero solo y no reconocido junto a un plato de callos o una andouillette en un bistró, ponderando los dichos “un pez fuera del agua” y “un gran pez en un estanque pequeño” con un melancólico encrespamiento -también típicamente holandés- de las fosas nasales, en su caso, por suerte, delicadamente delineadas.
Había estudiado la fisonomía de los Países Bajos y registrado sus expresiones como Narciso mirando en una piscina y había decidido que el ensanchamiento de las fosas nasales, llegando a inhalar a menudo en las mujeres, expresaba un humor profundo del alma nacional. Pero probablemente podría ser rastreado –parte de él era un materialista- al una vez extendido habito de aspirar rapé y a la acuosa atmosfera que había irritado los senos nasales durante siglos. No se encontraría en alemanes, incluso en aquellos de la adyacente Renania. La nariz y los conductos nasales eran el asiento de la vida mental holandesa, y la lenta admisión peristáltica de las fosas nasales, como un pensativo tracto digestivo, había sin duda sido un factor de desarrollo de la jovial estridencia de trompetilla de la voz holandesa, distinta de las guturales alemanas, ásperas desde la garganta. Igual que el idioma holandés era distinto del alemán y no, como algunos tontos insistían, un humilde primo hermano del orden del Schwyzer-dütsch(2).
(1)Genever .- La ginebra holandesa es conocida como jenever o genever y es diferente del estilo inglés, en el cual la bebida se obtiene de un destilado de cebada y en algunas ocasiones se envejece en barricas de madera. (Wikipedia)
(2)Schwyzer-dütsch .- Alemán de Suiza
Extracto de “Cannibals and Missionaries” de Mary McCarthy

“Cannibals and Missionaries” fue escrita en 1979, posiblemente entonces era más raro encontrarse un holandés fuera de Holanda. La expansión del turismo ha hecho que sea inevitable encontrarse holandeses veraneando en la Costa Brava, aunque no sepamos distinguir sus voces de las guturales alemanas. De todas formas, creo que el personaje de Henk (poeta y diputado holandés) es uno de los hallazgos de la novela.
La traducción de este fragmento la he hecho yo porque lamentablemente es una novela que sólo he podido encontrar en inglés. Las fotos también las hice yo en abril del año pasado.

La hija de Robert Poste (Cold Comfort Farm)




Aunque la acción se sitúa en un futuro inmediato "La hija de Robert Post" (Cold Comfort Farm) de Stella Gibbons está estrechamente ligada a la época en la que se escribió. Es una parodia de las novelas rurales de moda en su tiempo y hace constantes alusiones a temas de actualidad en aquel entonces. Ese es quizás el principal hándicap con el que se pueden encontrar los lectores de la novela no familiarizados con el periodo en particular y con la literatura inglesa en general.

Flora Poste es una joven huérfana con pocas ganas de empezar a trabajar, dice que cuando tenga cincuenta y tres años le gustaría escribir una novela tan buena como “Persuasión” de Jane Austen pero mientras quiere pasar los próximos treinta años reuniendo material. La única manera de vivir sin trabajar hasta que “concierte su propio matrimonio” será ser acogida por alguno de sus parientes, preferiblemente una familia a la que pueda “ayudar”. Flora elige finalmente trasladarse con unos parientes que tienen una granja en Sussex (al parecer la Inglaterra profunda). Los Starkadder son primitivos y hoscos, pero Flora está decidida a “ordenar” la vida en la granja.

Flora es entrometida y muy segura de sí misma como la Emma de Jane Austen pero con el toque de sensatez del Jeeves de Wodehouse. La guía fundamental de su vida son los libros “Pensées” y “El sentido común de índole superior” del Abbé Fausse-Maigre (una literato inventado por Gibbons).

Se sitúa en la tradición de la novela cómica inglesa por lo que no es razonable buscar realismo en historia y personajes. Sin embargo, los caracteres no son meros clichés porque podemos ver la vanidad del beato, el ingenuo entusiasmo del mujeriego por el cine etc. A diferencia de por ej. Wodehouse, Gibbons da más que indicios de sus opiniones personales, en especial sobre lo que concierne al panorama artístico inglés. Uno de los personajes parodiados, Mr Mybug (“mi pesadilla”, “mi chinche”) obsesionado por el sexo y algo misógino es generalmente reconocido como D. H. Lawrence. El señor Mybug tiene la teoría de que las novelas de las hermanas Bronte fueron en realidad escritas por su hermano Branwell (porque una novela tan buena como “Cumbres borrascosas” no pudo escribirla una mujer). El alcoholismo de Bramwell era una añagaza para granjearse la confianza de la dueña de la cantina y poder llevar ginebra a sus hermanas que eran las verdaderas borrachas. Curiosamente una de las primeras reseñas que recibió “Cold Comfort Farm” esgrimía la teoría de que Stella Gibbons era un pseudónimo de Evelyn Waugh (una mujer periodista no podía escribir tan bien).

A lo largo de la novela se expresa cierto desprecio a los artistas bohemios tipo Bloomsbury. “Además, ¿era justo arrojar a Elfine, absolutamente inexperta en estas lides, a aquellos leones de Bloomsbury-esquina-con-Charlotte-Street que intercambiaban maridos y esposas todos los fines de semana de acuerdo con la moda más tolerante? Todas aquellas gentes siempre conseguían que Flora pensara en la descripción de los cerdos silvestres pintados en los floreros de la historia de Dickens: «Cada cerdo silvestre tenía la pata levantada en el aire, en doloroso ángulo, para mostrar que era perfectamente libre y feliz». Y debía de resultarles absolutamente descorazonador descubrir que cada nuevo amor era prácticamente igual al anterior: exactamente igual que soplar un globo tras otro en una mala fiesta, y descubrir que todos tienen agujeros y que no pueden hincharse adecuadamente.”

En la secuela “Flora Poste y los artistas” Stella Gibbons ahondaría en su crítica añadiendo a la caricatura de Lawrence las de otros artistas entre ellos el escultor Henry Moore. Gibbons no se escandaliza por la vida bohemia pero la rechaza con aburrida condescendencia. Ella como Flora con quien se identifica es con Jane Austen:

“—Si quieres que te diga la verdad —añadió Flora—, creo que tengo mucho en común con la señorita Austen. A ella le gustaba que todo a su alrededor fuera pulcro y agradable y amable, y a mí me pasa lo mismo. Ya ves, Mary —y aquí Flora comenzó a hablar con seriedad y a negar con el dedo índice—, a menos que todo sea pulcro y agradable y amable, la gente no puede siquiera comenzar a disfrutar de la vida. No puedo soportar el desorden.”. Y precisamente la actriz encargada de llevar al cine a Flora fue Kate Beckinsale que más adelante interpretaría a la Emma de Jane Austen para televisión.

El poder


-Me gusta el tipo de libertad que nunca podría encontrar en la vida política, siempre sometida a la línea que traza el partido.
-Mira quién ha ido a hablar –interrumpió Edward-. ¿Y qué me dices de la línea trazada por el propietario del periódico?
-La práctica estricta de cubrir un acontecimiento no plantea riesgo alguno. Los únicos que se toman en serio los planteamientos del propietario son los directivos-dijo Martyn.

(…)

-Bueno, joven, ha llegado la hora de tu interrogatorio. ¿Se puede saber qué hace el hijo de Nick Robinson trabajando para la televisión? ¿Qué piensa la generación de esclavos de los medios de comunicación? Hasta el momento hemos escuchado hablar de los periódicos y de las delicias de la posición de observador. Hablemos de la televisión. ¿Qué es lo que te atrae de ella?
-El poder, creo.
-¡Poder! Algo es algo. Eso al menos puedo entenderlo. ¿Y cómo piensas conseguir poder, joven?
-La información… puede cambiar el mundo. No creo que los políticos… quiero decir… -y avanzó como pudo por entre un campo de minas de insultos potenciales-. Bueno, que no creo que realmente puedan cambiar la visión del mundo o de la vida que tiene la gente. Mientras que la televisión si puede, y lo hace Con el tiempo espero… espero sinceramente hacer programas… sobre asuntos sociales que…
-La vieja atribución del artista. Transformar la vida y el alma por medio del arte.


Herida, Josephine Hart