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Películas filosóficas (3): Gattaca




Voy a dar por concluida esta serie de entradas sobre películas de ideas con “Gattaca”. A diferencia de las películas que he tratado hasta ahora el contenido filosófico no se pone en boca de los personajes sino que se deduce de la propia trama. “Gattaca” está ambientada en un futuro en el que la mayoría de personas son fruto de la ingeniería genética (los niños son diseñados a la carta). Vincent (Ethan Hawke), uno de los pocos nacidos naturalmente sufre una enfermedad cardiaca y se le predicen 30 años de vida. Se le condena por tanto a los trabajos más bajos y desagradables, aunque él sueña con viajar al espacio. La ley está en contra esta forma de discriminación pero es fácilmente pasada por alto. Por fin un día Vincent decide escapar a su destino tomando una falsa identidad a través del ADN de Jerome (Jude Law), un atleta que quedó paralitico en un accidente. A cambio de dinero Jerome le presta a Vincent muestras de sangre, orina etc. para engañar al sistema.

Pensando en abstracto es un mundo perfecto en el que la enfermedad y la delincuencia se han reducido al mínimo. Sin embargo, este mundo ideal sobre el papel se torna inquietante por la falta de emociones. El hombre se ha convertido en una pequeña parte del engranaje de una gigantesca máquina. En la cuidada producción los aspectos estéticos acompañan al mensaje. Los espacios son de diseño moderno, frío, limpio y aséptico y las relaciones sociales entre las personas son distantes.

“Gattaca” plantea si el factor que determina el destino de la persona es su predisposición genética o la fuerza de su voluntad. La película se posiciona en contra del determinismo genético y a favor de la libertad de cada uno para crear su propio destino. Porque ¿No es acaso una de las particularidades más extraordinarias del ser humano la de poder cambiar? Y los diseñados para ser perfectos pueden carecer de motivación. En la película se ven varios ejemplos de resultados que desafían las expectativas. Vincent se supera a sí mismo a través de la perseverancia, la disciplina y el sacrificio. Jerome estaba diseñado para ganar una medalla de oro, pero sólo gana la de plata. Sin embargo, en otro momento de la película saca fuerzas para subir arrastrándose por la escalera (que por cierto tiene la forma helicoidal del ADN).

Los padres pueden elegir el sexo de sus hijos, altura, inmunidad frente a enfermedades e incluso cociente intelectual. De la película se pueden derivar muchas reflexiones en relación a la ingeniería genética. Las ventajas de los avances en la investigación en este campo son obvias, promete un futuro en el que será más fácil prevenir y tratar hasta las peores enfermedades. Por otra parte, la clonación o el diseño de los hijos a la carta (seleccionar determinadas características y rechazar otras) suelen provocar rechazo y recelo. Un temor sería la ventaja de acceso que tendrían a los nuevos avances aquellos que tuvieran más poder económico. La oposición también se debe al temor de condicionar a las personas y privarlas de su libre albedrio (aunque tampoco los niños nacidos naturalmente eligen ya que están a merced de la lotería genética). 

La paternidad en este escenario se vuelve problemática, una de las partes más tristes de la película es el rechazo de los padres ante su hijo “no diseñado”. Los padres se eligen entre sí, pero por el momento no eligen a sus hijos tienen que aceptar y adaptarse a lo inesperado. Si existen ya padres que con la finalidad de moldear a sus hijos les someten a presión en adición a clases extraescolares, profesores particulares etc. ¿Qué pasaría en un nuevo escenario similar al de "Gattaca"?

Películas filosóficas (2): Richard Linklater

 
 “Waking Life” no es mi favorita dentro de la filmografía de Linklater, está filmada por actores pero luego editada para parecer dibujada por un método llamado rotoscopia. Yo hubiera preferido que la hubieran dejado como estaba porque los dibujos me distancian. Aunque parece ser que estoy en minoría porque el sistema ha sido saludado como ideal para dar una atmósfera de sueño a la película. El protagonista está atrapado en un mundo de sueños lúcidos que se van sucediendo. A lo largo de estos sueños se va encontrando con personajes con los que discute temas trascendentales y teorías filosóficas. Las imágenes en ocasiones sirven para subrayar el mensaje filosófico.

Me quedo con alguna parte del guión como:

"La razón por la que rechazo ver al existencialismo como otra moda francesa o una curiosidad histórica es porque creo que tiene algo muy importante que ofrecernos para el nuevo siglo... Me temo que estamos perdiendo las virtudes que nos permiten vivir la vida apasionadamente, el sentido de ser responsable por quien eres, y la habilidad de hacer algo de ti y sentirte bien en la vida... Frecuentemente, se habla del existencialismo como una filosofía de desesperación. Pero pienso que la verdad es justo lo opuesto. Sartre dijo que en su vida jamás se sintió desesperado. Lo que logramos al leer a estos sujetos no es tanto un sentido de angustia sobre la vida, sino más bien una sensación exuberancia, de sentirte en lo alto. Como que tu vida es tuya para crearla. He leído a los posmodernistas con interés, incluso con admiración, pero siempre tengo el persistente sentimiento de que dejan fuera algo absolutamente esencial. Cuanto más hablas de una persona como una construcción social, o como una confluencia de fuerzas, o siendo un fragmento marginal, lo que haces es abrir un nuevo mundo de excusas. Y cuando Sartre habla de responsabilidad, no está hablando de algo abstracto... No está hablando del tipo de ser ni de alma sobre la que los teólogos discutirían. Está hablando sobre ti y sobre mí, tomando decisiones, haciendo cosas y asumiendo las consecuencias. Es cierto que hay 6 mil millones de personas en el mundo, sin embargo, lo que haces, determina una diferencia, primero de todo, en términos materiales, influye a terceros, y representa un ejemplo. En resumen, el mensaje es que no debemos retirarnos y vernos como la víctima de varias fuerzas. Quienes somos es siempre nuestra decisión.”




Mis favoritas de Linklater  son “Antes del amanecer” y “Antes del atardecer” en las que la conversación es fundamental aunque no son tan intensamente filosóficas como “Waking Life”. Se parecen más a las películas de Woody Allen o Eric Rohmer donde los personajes discuten sobre temas vitales. En “Antes del amanecer” Jesse y Celine se encuentran por primera vez en un tren y conectan enseguida. Mientras pasean por Viena se van enamorando a la vez que se conocen a través de la conversación. Son jóvenes y se encuentran en una etapa de descubrimiento de sí mismos. Tienen como casi todos a esas edades sus pequeñas teorías sobre temas trascendentales. Celine parece bastante obsesionada con el tema de la muerte (me choca un poco porque creo que suele ser cierto ese tópico que dice que cuando eres joven piensas que eres inmortal). Jesse se aleja del estereotipo de de americano ingenuo y poco cultivado, es más cínico y desconfiado que Celine (al menos en apariencia). Cuando la vi me gustó, pero tampoco en exceso, me pareció que recordaba a Rohmer, pero no llegaba al nivel.
 “Antes del atardecer” sí que es una película que me impresionó y creo que da para muchas reflexiones.  Después de 9 años los personajes han vivido experiencias y en el proceso han perdido algunas de sus ilusiones de juventud. Y eso queda bien reflejado en la interpretación que de los personajes hacen Ethan Hawke y Julie Delpy.
La tercera parte “Before Midnight” (que supongo que en España será traducida como “Antes del anochecer” o algo por el estilo), ha sido rodada ya y supongo que se estrenará este año. Habrá que esperar para ver si mantiene el nivel acostumbrado. 

Foto 1 En una parte de Waking Life aparecen Jesse y Celine.
Foto 2 Antes del amanecer - Viena
Foto 3 Antes del atardecer- París
Foto 4 Before Midnight ¿Antes del anochecer? ¿Antes de medianoche?- Grecia

Películas filosóficas (1): Mi cena con André




“Mi cena con André” de Louis Malle me parece la película de ideas por excelencia y fue reconocida en su día por su concepción novedosa. A excepción de un preámbulo y un prólogo el resto del tiempo se dedica íntegramente a una conversación durante una cena en un restaurante. Los dos únicos protagonistas son versiones ficcionalizadas de Wallace Shawn (Wally en la película)y André Gregrory que además de actores son escritores y directores de teatro (otra película en la que participan ambos es “Vania en la calle 42”). Escribieron el guión basándose en múltiples conversaciones entre ellos grabadas en cintas. Aunque hay elementos autobiográficos de Shawn y Gregory, sus rasgos personales han sido modificados y exagerados. La historia comienza cuando Wally (que está pasando apuros económicos mientras intenta abrirse paso en el mundo teatral) queda para cenar con el que fuera en tiempos su mejor amigo, André. Wally acude a la cita con cierta reticencia porque le han comentado que André no es el que solía ser y está sufriendo algún tipo de crisis de identidad.

Wallace Shawn es hijo del que fue durante muchos años editor de la prestigiosa revista “The New Yorker”, William Shawn. “Crecí en el Upper East Side. Cuando tenía diez años era rico, un aristócrata. Todo el día en taxi, rodeado de comodidades... y sólo pensaba en el arte y en la música. Ahora tengo 36 años...y sólo pienso en el dinero”. Estas líneas podrían muy bien estar basadas en su propia experiencia, pero según ha confesado a Noah Baumbach su propósito al escribir el guión era destruir al tipo que interpretaba, matar esa parte de sí mismo que estaba motivada por el miedo. Lo que sí comparte Wallace con el personaje de ficción es el escepticismo en cuanto a las experiencias sobrenaturales.

La conversación comienza con la narración por parte de André Gregory de diversas experiencias teatrales y místicas. Esta parte es verídica, porque en un momento dado de su vida Gregory abandonó el teatro y comenzó a viajar y a realizar experimentos “New Age”. La primera vez que vi "Mi cena con André" el personaje de André me resultó irritante y terriblemente pretencioso. Aunque me parece un buen narrador de historias después de media hora puede comenzar a ser pesado.Alguna de las historias (que transcurren en diversos países) son muy curiosas, otras me hicieron entornar los ojos. Ahora las veo con más tolerancia porque, después de todo, los dos personajes están buscando dar un sentido a su vida. André busca este sentido en lo extraordinario, en la búsqueda del conocimiento y de nuevas revelaciones. Y hay que reconocerle el valor y la energía para alejarse de la comodidad y entregarse a la aventura.

Sin embargo, la parte que considero más interesante es la segunda cuando Wally comienza a intervenir más en la conversación. A partir de este punto y con el intercambio de experiencias comienzan a tratarse muy diversos temas.  ¿Cuándo miramos a los demás nos quedamos en lo superficial? ¿La vida es un teatro en el que todos estamos representando un papel? ¿Por qué tienen éxito los libros de autoayuda’ ¿Nos refugiamos en un mundo onírico para no tener que enfrentarnos a la realidad de nuestra desorientación? ¿Estás viviendo de verdad si vives en la rutina? ¿Te separan las comodidades de la vida real? ¿Cómo afectan los prejuicios en tu interacción social? ¿Puede el teatro despertar al público insensibilizado por todo lo que ve diariamente? Wally comienza a discutir las ideas de André, piensa que no es necesario viajar al otro lado del mundo o vivir experiencias extremas para percibir la realidad en toda su intensidad. En Nueva York puedes hacerlo también, lo real es real en Nueva York y en el Monte Everest.

La visión de la humanidad que tiene André es muy negativa y las soluciones que propone muy utópicas y extremas. La respuesta de Wally es que intenta enfrentarse con los problemas más prosaicos y disfrutar de los pequeños placeres a su alcance. Y así sigue cuestionando todo lo que le ha contado Andre durante la cena. Se discuten las creencias irracionales frente al pensamiento científico y los excesos hacia un extremo y hacia el otro, el matrimonio… Para concluir la película con la frase “Cuando por fin llegué, Debby ya había llegado de trabajar. Le conté toda mi cena con André.”