Cine de verano


En “La noche se mueve” un personaje dice que ver una película de Rohmer es como ver crecer la hierba. Y es que Rohmer es un gusto adquirido, su ritmo lento puede aburrir a muchos, puede chocar la ausencia de música y la deliberada carencia de artificio. Que guste o no guste Rohmer depende en gran medida de la capacidad de los espectadores para empatizar con los personajes, identificarse con ellos y reconocer en ellos a los que les rodean. El diálogo es la herramienta clave para revelar el interior, igual que los gestos cotidianos. Los personajes explican sus teorias sobre el amor, la filosofía, la belleza, la oposición campo-ciudad etc. El resultado es tan natural que la experiencia resulta casi voyeurística. Si algo se le puede reprochar son algunos de sus finales demasiado optimistas para ser realistas, pero eso también forma parte del encanto de Rohmer.

No podría decir si son obras maestras porque nunca intento juzgar objetivamente novelas o películas. Sé que me gustan porque algunos de sus elementos reflejan mis propios pensamientos y gustos. La estética de Rohmer contribuye a el gran placer que me proporcionan sus películas. Los entornos arquitectónicos y naturales estan cuidadosamente elegidos y se corresponden con los sentimientos de los personajes. Algunas de sus películas me parecen perfectas para ver en verano, sus paisajes ideales para pasar unas vacaciones provocan envidia. Lagos de aguas azules y cristalinas en “La rodilla de Clara” y “El amigo de mi amiga”; las playas de “Pauline en la playa”, “Cuento de verano” y “El rayo verde”; el campo en “Cuento de otoño”, “La coleccionista”, “Cuatro aventuras de Reinette y Mirabelle” y “El árbol, el alcalde y la mediateca”... Las calles de Clermont-Ferrand podrían ser de un pueblo español. La ropa que aparece en sus películas de los 80 y los 90 es muy similar a la que se llevaba en España en la misma época. En conjunto todo resulta muy cercano y familiar. Apenás pasa nada, no trata de grandes dramas, sino de experiencias y luchas internas semejantes a las que puede tener cualquiera.