El árbol, el alcalde y la mediateca

Dentro de la filmografía de Eric Rohmer existen dos películas atípicas y comúnmente consideradas menos atrayentes, pero que no dejan de tener interés y actualidad. Una de ellas es Cuatro aventuras de Reinette y Mirabelle donde explora el campo de las decisiones éticas. La otra es El árbol, el alcalde y la mediateca donde se mete de lleno en el terreno político.
El árbol, el alcalde y la mediateca se construye en siete partes, accidentes del azar que determinan (o no) su conclusión. Rohmer no se decanta por ninguna opción política lo observa todo como un naturalista. La acción discurre casi como en un documental donde los personajes se explayan defendiendo sus opiniones. No son maniqueos y muestran sinceridad e idealismo cuando hablan de sus ideas, lo que no impide que se equivoquen por supuesto.
La acción gira en torno a una iniciativa de un alcalde socialista de pueblo Julien Dechaumes que quiere construir un complejo cultural que contará con; biblioteca, videoteca, teatro y piscina. El proyecto es a todas luces excesivo para las pocas familias del pequeño pueblo, pero el alcalde piensa en el futuro. El cree que en unos años con el video, el fax y el ordenador el trabajo de oficina se hará en casa. Cree que actividades como la que promueve frenarán la masificación de la ciudad y la desertificación del campo. Dinamizar el campo atraerá gente de la ciudad, así habría un reparto armónico de la población. Bérénice su novia prefiere la ciudad y piensa que el trasvase de gente de la ciudad al campo es utópico. Dechaumes se encuentra con la oposición al proyecto por parte de Marc Rossignol, director y profesor de la escuela del pueblo. Rossignol ama el sauce situado en el centro del prado en el que se planea construir la mediateca. Sus tesis son más cercanas al ecologismo político que las de Dechaumes. Mientras que Dechaumes piensa que los pequeños agricultores desaparecerán en favor de las grandes explotaciones y los habitantes de la ciudad se ubicarán en el campo en el futuro. Por el contrario Rossignol opina que esto no se puede predecir y que el campo no es campo si no se cultiva y si se parece cada vez más a la ciudad. La mediateca destruirá la belleza del paisaje que debe ser protegido porque cada vez quedan menos.
Entre el resto de los personajes destaca Bérénice la novia novelista del alcalde. Bérénice es una apasionada de lo bello y grandioso, el edificio respetuoso con el entorno que se pretende construir le parece demasiado práctico y poco artístico y odia los parkings. Todas sus opiniones son de este tenor, ella desea estar en la ciudad donde está la acción y la emoción.
Julien Dechaumes y Bérénice visitan al director de una revista de izquierdas Régis Lebrun-Blondet que les recibe en compañía de una de sus redactoras, Blandine Lenoir. Régis carece del idealismo de Dechaumes y no tiene una opinión muy alta de él. Blandine es el polo opuesto de Bérénice práctica y preocupada por problemas sociales concretos.